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Tiznao de bacalao. CP

Tiznao de mi abuelo

Este plato es el que comíamos cada año en el patio de la casa de mis abuelos cuando llegaba el buen tiempo y podíamos disfrutar de una buena celebración al aire libre y, sobre todo, reunirnos todos después del invierno,  porque éramos tantos que era imposible hacerlo dentro de casa.

En ocasiones cocinaba mi abuelo y preparaba un gran perol de tiznao de bacalao que olía por toda la calle. Los mayores se sentaban en una mesa acoplada entre los rosales que se caían de flores, los jazmines de detrás y a la sombra de un gran peral que nos daba sus frutos en verano.

Eran jornadas en multitud de las que ahora son imposibles por lo corto de las familias. La  nuestra era tan grande que las comidas de un domingo o del cumpleaños de mi abuelo parecían bodas.

El tiznao es un plato típicamente manchego que se suele hacer en los días de cuaresma y Semana Santa. Hay muchas recetas, algunas de ellas en lugar de quemar el bacalao (es decir, tiznarlo, como hago yo) lo meten al horno para que se tueste bien. La receta es tal cual se ha hecho siempre en casa de mis abuelos y como lo seguimos haciendo toda la familia.

Es un plato muy sabroso que se come con pan en abundancia para poder pringar y pringar hasta que veamos el fondo de la cazuela.

Tiznao de bacalao. CP

Tiznao de bacalao. CP

Ingredientes (para 4 personas)

½ kilo de bacalao salado en un trozo

3 cebollas

2 dientes de ajo

500 gr de tomates maduros ya pelados

Un vaso de vino blanco

5 bolitas de pimienta negra

Un cucharadita de carne de pimiento choricero

Una guindilla (opcional)

Una hoja de laurel

Sal

Aceite de oliva

  1. Cogemos el trozo de bacalao y lo quemamos con una llama hasta que quede tostadito. Yo lo suelo hacer con el soplete de cocina. Lo pasamos por el grifo para quitar lo quemado y lo vamos despinzando. Una vez lo tenemos todo, lo ponemos dentro de una cazuela cubierto de agua y se lleva de ebullición lentamente, cocemos dos minutos y lo retiramos. Tiramos el agua y lo probamos, si vemos que está aún salado lo lavamos un poquito. Dejamos escurrir.
  2. Seguidamente cortamos la cebolla muy pequeña y los dientes de ajo  y lo ponemos a rehogar con abundante de aceite de oliva. Dejamos que la cebolla se poche lentamente; cuando está a medio hacer añadimos el tomate cortado en cubos, una hoja de laurel, y unas bolitas de pimienta. Dejamos a fuego lento para que se haga el sofrito.
  3. Cuando lo tenemos casi hecho añadimos la cucharadita de pimiento choricero, la guindilla, el vino blanco y ponemos el bacalao bien escurrido (es importante que no tenga agua para que no agüe el guiso). Tapamos y dejamos cocer muy lentamente una media hora o un poco más hasta que los sabores estén bien tomados, se haya evaporado el vino y quede jugoso. Diez minutos antes probamos de sal y rectificamos si fuese necesario. Yo no suelo salar el guiso hasta que no lo pruebo con el bacalao porque si no corremos el riesgo de que quede salado.

Ya sólo queda convocar una buena reunión familiar, pan en abundancia y un buen vino de La Mancha.

Cocina Pasión

Potaje de cuaresma. CP

Potaje de cuaresma

La cuaresma nos da a l@s cocinillas una magnífica excusa para regodearnos en esos guisos de bacalao, en esos potajes sustanciosos, en los dulces cuaresmales. El miércoles de ceniza abre la veda para poner en marcha todo un rito, una tradición gastronómica riquísima que empieza en el potaje y acaba en las torrijas de Semana Santa, entre uno y otras todo un abanico de platos para probar.

En mi tierra, Castilla-La Mancha, este periodo del calendario cristiano es especialmente rico en recetas, parece que con el sol que empieza a lucir y con la primavera nos ponemos todos a freír rosquillas, florones, pelluelas, torrijas,… y ¡hala!, a cocinar y a comer que la cuaresma es otra buena excusa.

Por eso, no podía dejar pasar la ocasión de traer al blog algunos de los platos típicos de mi casa y mi tierra que, aunque de sobra conocidos, no dejan de será suculentos y me consta que hay quien todavía no los conoce o por lo menos no los pone en práctica. Además, cada casa, cada madres, cada tierra tienes unos toques personales que hacen de cada receta algo único.

La receta que os relato es la  que hace mi madre, la que hacía mi abuela, que para mí es la mejor que he probado. Cuando era pequeña lo odiaba, pero en cuanto crecí y me marche de casa, los viernes de abstinencia llamaba a mi madre para que me guardara un plato y me lo comía por la noche cuando llegaba a mi casa desde Madrid por muy tarde que fuese.

¡No esperemos más! El próximo viernes, potaje.

Ingredientes (para 6 personas)

300 gr de garbanzos castellanos

250 gr de espinacas ya limpias

150 gr de bacalao salado en un trozo

Tres dientes de ajo

Dos rebanadas de pan

Perejil

Una cebolla gorda

Dos hojas de laurel

Una cc de pimentón dulce

Aceite de oliva

Sal

Dos huevos cocidos

  1. Un día antes de elaborar el potaje poner a desalar el trozo de bacalao. Cambiamos el agua varias veces.
  2. La noche antes dejamos los garbanzos a remojo en agua templada con un puñado de sal.
  3. A la mañana siguiente ponemos los garbanzos a cocer cubiertos con agua (sólo cubiertos, es mejor tener que añadir luego algo de agua a que se nos quede demasiado aguado), dos hojas de laurel y el bacalao y un poquito de sal (hay que tener en cuenta que el bacalao puede conservar algo de sal) a fuego lento hasta que a las legumbres les quede una media hora para estar en su punto. En este momento echaremos el sofrito que os cuento a continuación y que habremos ido haciendo un rato antes.
  4. Ponemos un fondo de aceite donde vamos a freír las dos rebanadas de pan. Cuando estén tostaditas las sacamos y reservamos. A continuación echamos las cebollas cortadas menudas y los ajos, así como el puñado de perejil. Dejamos que se vaya haciendo a fuego bajo para que se poche bien. Tras ello, ponemos una cucharadita de pimentón dulce, rehogamos unos segundos y trituramos todo este sofrito junto con las rebanadas de pan y las dos yemas de los huevos cocidos y un poquito de caldo de los garbanzos.
  5. Añadimos todo este majado al potaje y seguimos cociendo a fuego lento. Mientras, nosotros rehogamos brevemente las espinacas lavadas y cortadas y también las sumamos a la olla. Probamos de sal.
  6. Cocemos una media hora y comprobamos que los garbanzos estén en su punto antes de quitarlos, si están aún algo tiesos los dejamos un poco más.
  7. Servimos con las claras de los huevos cocidos espolvoreadas por encima.

Este plato se agradece mucho cuando llegas a casa y necesitas comer algo casero. Probadlo, para mí es el guiso preferido de garbanzos.

Cocina Pasión

Calabacines rellenos de bacalao. CP

Calabacines rellenos de bacalao ajoarriero

¿Que me gustan las verduras? No es ningún secreto ya que el 90 por ciento de las recetas de este blog, incorporan verduras, por no hablar de las que solo llevan vegetales, que son también batallón. Pero qué le voy a hacer, cuando llego al puesto de las verduras en el mercado no puedo reprimirme y luego, ¡hala! a buscar recetas para cocinarlas, tarea fácil y placentera, aunque siempre te aboca a la duda.

Como ya imagináis, la receta de hoy va de verduras, pero no tiene mérito decir “hoy me he comido unas verduritas”, aunque si queremos disimular este es el plato perfecto: “calabacines rellenos de bacalao al ajoarriero”. En mi universo particular, es el bocado ideal, verduras y bacalao, dos de mi “tótems” alimenticios; pero además, todos en casa (sobre todo los niños) rebañaron el plato, y pringaron bien, sin poner ni un pero. Lo cierto es que el pellizco sabroso del bacalao va perfecto con la suavidad del calabacín y, si te sobra bacalao del relleno, no te digo cómo está con un par de huevos fritos.

Los calabacines  prefiero cortarlos en forma de cilindro; son más entretenidos de preparar, pero el plato resulta más sabroso porque la carne del calabacín rodea por completo el bacalao y el bocado queda perfecto.

En fin, plato redondo, sabroso,  con verduras y pescado, ideal desde para comer cualquier día o como entrante para una comida con invitados. Por las sobras, ¡se matarán en tu cocina!

Ingredientes (para cuatro personas)

300 grs. de bacalao desalado

Una cebolleta

Un pimiento verde

2 dientes de ajo

Un pizca de guindilla (opcional)

2 cc de pulpa de pimiento choricero

Tres calabacines

Salsa de tomate

Aceite de oliva virgen extra

Sal

  1. Lo primero que tenemos que hacer es el guiso de bacalao arriero. Para ello, preparamos un sofrito a fuego lento con la cebolla, el pimiento verde y los dientes de ajo, todo ello cortado muy fino. Lo dejamos pochar con un buen chorro de aceite de oliva.
  2. Mientras se hace el sofrito, escurrimos el bacalao, (guardamos medio vaso de agua de desalar el bacalao) y lo desmigamos.
  3. Cuando el sofrito está hecho, ponemos la carne del pimiento,  tres cucharadas de la salsa de tomate,  y la pizca de guindilla, si la ponemos. Rehogamos todo para que se mezclen los sabores unos cinco minutos e incorporamos el bacalao.
  4. Damos unas vueltas al pescado para mezclarlo bien con el resto de las verduras y añadimos algo del agua del propio bacalao. Dejamos cocer entre 10 y 15 minutos. Rectificamos de sal y apartamos del fuego.
  5. Lavamos bien los calabacines  y los cortamos en trozos de 5 cts. Ponemos agua a hervir con sal, cocemos los calabacines unos 14 minutos. Los escurrimos bien.
  6. Cuando se hayan enfriado  un poco para poder manipularlos, vaciamos con una cucharilla el centro del calabacín, donde están las pipas, sin llegar al final y cubrimos el hueco con el bacalao guisado.
  7. Lo vamos poniendo en una fuente de horno untada con aceite. Cuando los vayamos a servir, le damos un golpe de horno de 5 minutos, y servimos emplatados con un fondo de salsa de tomate caliente.

 Cocina Pasión

Mayonesa Casera. CP.

Cómo hacer y conservar una mayonesa casera

La entrada de hoy inaugura una nueva sección de cocina y platos básicos que me han estado demandando últimamente. Quizá, los que nos gusta la cocina y hemos cocinado desde siempre creemos que hay cosas que no hace falta explicar pero, con este blog, me he dado cuenta que no es así. La mayoría de las personas  han olvidado o nunca han aprendido preparaciones básicas o platos tradicionales, sobre todo, aquéllos que se compran ya hechos en los supermercados. Es el caso de salsas como la mayonesa, la salsa rosa o la de tomate y de algunos platos tan enraizados en nuestro día a día como la ensaladilla rusa o la tortilla de patata.

Cuando voy a otras casas me doy cuenta de cómo ya todo el mundo utiliza mayonesa comprada o de “bote”; en parte se debe a la comodidad; en parte, al desconocimiento de cómo hacerla; y en este caso concreto, a la creencia de que la salmonella va a contaminar cualquier mayonesa hecha en casa. Nada más lejos, con las debidas precauciones, pero no sólo con la mayonesa sino con todas las preparaciones, no hay ningún peligro. Os lo digo yo que llevo décadas tomando mayonesa hecha primero por mi madre y luego por mí y nunca hemos tenido en casa un caso de contaminación.

Una mayonesa casera, con un buen aceite de oliva y huevos frescos, es algo muy básico pero imprescindible a la hora de servir unos espárragos blancos de Navarra, una merluza fresca o una ensaladilla. Esta preparación que no lleva más de cinco minutos puede hacer que una merluza simplemente al vapor se convierta en algo sublime.

No entiendo, como me pasó hace algunos días, que uno compre una dorada fresca, la prepare a la sal para una celebración familiar y luego lo estropeé poniendo una mayonesa comprada. Si hacemos lo mayor, la dorada, hagamos luego lo más sencillo.

Yo suelo hacer la mayonesa con dos parte de aceite de oliva y una de aceite de oliva virgen extra con el fin de que no esté tan fuerte. Con alguna variedad de aceite de oliva, como sucede con la cornicabra, sale excesivamente picante cuando se trata de virgen extra.

Siempre utilizo vinagre de Jerez, es mi favorito y es el que suelo utilizar para una mayonesa destinada a aliñar una ensalada. Si queremos sabor más suave podemos elegir limón o vinagre de manzana, a gusto.

Para hacer esta salsa, sólo necesitamos una batidora de mano o “minipimer” de toda la vida.

Normas básicas:

  1. Nunca cascar el huevo en el mismo recipiente donde vamos a hacer la mayonesa, eso podría contaminarlo.
  2. Lavarse las manos inmediatamente después de cascar el huevo.
  3. Conservar los huevos en frío hasta su utilización. En verano se puede poner también en frío el recipiente dónde se va a hacer la mayonesa un rato antes de hacerla.
  4. Nada más confeccionar la salsa, taparla y ponerla en la nevera hasta el momento de su uso. Yo la suelo hacer apenas un cuarto de hora antes de utilizarla y, hasta entonces, la dejo en frío.
  5. Es importante saber que la salmonella es un género de bacteria que prolifera con el calor, por lo tanto, el frío evita su proliferación.

Ingredientes (para una cantidad pequeña)

Un huevo fresco

200 ml de aceite de oliva (1 tercio virgen extra)

Sal

Vinagre de Jerez

  1. Cascamos el huevo y lo ponemos en un recipiente preferiblemente estrecho y alto. Va muy bien el que suele venir con las batidoras de mano.
  2. Ponemos el aceite, sal al gusto y una cucharada de vinagre.
  3. Para que salga bien, dejamos la batidora en velocidad media y la metemos totalmente en el recipiente, comenzamos a batir de manera constante y sin moverla. Observamos y cuando veamos que le mezcla coge consistencia y va subiendo a algo más de la mitad de la totalidad del aceite, vamos levantando lentamente la batidora sin dejar de batir. En apenas un minuto más estará completamente hecha.
  4. Probamos para rectificar de sal y vinagre.
  5. Si vemos que ha quedado demasiado clara para nuestro gusto, añadimos algo más de aceite, si está demasiado espesa, ponemos un poquito de agua fría. Hay que tener en cuenta que la textura de la mayonesa es importante dependiendo del destino que le vayamos a dar. Para una ensaladilla, la textura debe ser más clara, para acompañar unos espárragos, más espesa.

 Una vez hecha se deja tapada en el frigorífico. En invierno, si os sobra algo lo podéis conservar hasta el día siguiente.

Una vez que probéis a hacerla, veréis que no tiene comparación y lo importante que es si queremos que un plato crezca como tal y no se convierta en una comida improvisada o de circunstancias.

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Farfalle con falso pesto a la cerveza. CP.

Farfalle con falso pesto a la cerveza

Llevo todo el día enganchada a las novedades de «Madrid Fusión 2014», quizá por eso no he podido mantener el propósito que me había hecho hoy de comer  frugalmente, apenas unos filetes de pechuga de pollo a la plancha, para compensar el abundante cocido de puchero que tomé junto a mi familia en Mejorada (Toledo). Sin embargo, como os decía, se me ha despertado tal hambre tras pasarme toda la mañana leyendo y leyendo las elaboraciones en los distintos talleres, los platos presentados, las novedades, que he decido que me merecía algo mejor.

Es cierto que no he hecho ninguna esferificación, ni cocina al vacío, pero estas  “Farfalle (mariposas de pasta) con falso pesto a la cerveza” que os traigo hoy tienen un sabor  suculento y rotundamente mediterráneo. Las he improvisado tras pasear por algunos de los blogs y revistas de cocina italiana que tanto me gustan. Lo de falso pesto se lo he puesto porque lleva todos los ingredientes del pesto (parmesano, ajo, piñones, aceite), pero sin triturar. El toque final se lo da el aceite a la albahaca que tengo guardado como oro en paño en casa y que hice con las abundantes hojas que me dieron las dos plantas que este verano cultivé en mi huerto.

Espero que os guste.

Ingredientes  (4 personas)

400 grs de farfalle

Aceite de oliva

Dos ajos pequeños o uno grande

Dos cucharadas de piñones

Dos cucharadas de aceitunas negras

Un calabacín mediano

250 grs de tomates cherry

Parmesano rallado

Medio vaso pequeño de cerveza rubia

Sal

Pimienta negra

Aceite de albahaca o en su defecto unas hojas de albahaca

  1. Ponemos un  buen chorro de aceite de oliva en una sartén y rehogamos lentamente el ajo machacado. Añadimos, después, los piñones y las aceitunas cortadas en trozos. Lo rehogamos durante cinco minutos.
  2. Mientras, cortamos el calabacín en rodajas final y las añadimos a la sartén. Vamos dando vueltas a los calabacines hasta que se hayan rehogando, unos diez minutos, y añadimos el medio vaso de cerveza. Entonces lo dejamos cocer lentamente hasta que los calabacines se hayan ablandado y la cerveza se haya evaporado.
  3. Una vez hechos los calabacines, incorporamos los tomates cortados a la mitad y condimentamos con sal y pimienta negra recién molida. Dejamos hacer los tomates removiendo de vez en cuando hasta que estén al dente.
  4. Al mismo tiempo, cocemos las farfalle. Cuando estén al punto las escurrimos y las servimos con la salsa por encima, un buen pellizco de parmesano y un chorrito de aceite de albahaca.

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Lombarda especiada con piñones y pasas. CP

Lombarda especiada con piñones y pasas

La lombarda tiene la suerte o la desgracia de ser uno de esos alimentos que se identifica con una festividad concreta y se consume poco el resto del año. Yo misma, que desde pequeña he visto en la mesa navideña de mi casa la lombarda a la madrileña, he pasado años sin consumirla fuera de esas fechas.

Quizá el problema fuera que identificaba  la lombarda con una comida copiosa y una elaboración laboriosa, pero nada más lejos de la realidad. La lombarda, como es sabido, es una col con un característico color morado o azulado, pero con un sabor bastante más delicado que el del su primo, el repollo. Su preparación puede ir desde la conocida a la madrileña, a la de simplemente hervida con una vinagreta, cortada en juliana en ensalada o con otros condimentos como los frutos secos o las especias.

Con el fin de reivindicar el consumo de esta verdura, en especial en estos meses invernales  en los que está en su punto, traigo hoy esta receta de “Lombarda especiada”,  un plato muy fácil de hacer pero sabroso y aromático gracias al clavo y la canela.

Creo que debemos darle una oportunidad a la atractiva lombarda más allá de la mesa navideña.

Ingredientes (para 4 personas)

Una lombarda mediana (un kilo aproximadamente)

Tres dientes de ajo

50 grs de piñones

50 grs de pasas

Aceite de oliva

Sal

Pimienta negra en grano

Clavo

Canela molida

  1. Lavamos bien la lombarda  la cortamos en juliana, eliminando los troncos duros.
  2. Ponemos agua con sal a hervir y en el momento de ebullición añadimos la verdura. Debemos tenerla hirviendo hasta que esté tierna, yo suelo dejarla unos 20 minutos.
  3. Mientras, ponemos un fondo de aceite en una sartén y doramos los dientes de ajo pelados y en trozos grandes. Cuando están ligeramente tostados los sacamos y los ponemos en el mortero.
  4. Añadimos al aceite los piñones y los tostamos ligeramente, en ese momento incorporamos la lombarda bien escurrida y también la rehogamos un par de minutos.  Ponemos entonces las pasas.
  5. En el mortero reservado, machacamos  los ajos fritos, 5 bolitas de pimienta negra y dos clavos. Cuando esté bien machacado lo añadimos a la sartén junto con un poco de agua de la cocción, rectificamos de sal  y espolvoreamos algo de canela por encima. Tapamos y dejamos que se haga todo junto cinco minutos para que se mezclen los sabores.

Veréis como el resultado no os defraudará y os invitará a comer lombarda más a menudo.

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