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Sopa francesa de cebollla. CP

Sopa francesa de cebolla “con toque manchego”

«Aún mojado por el chaparrón, se sentó ante un humeante plato de sopa de cebolla.  Sólo aspirar su aroma le confortó y le hizo sentirse en casa”. No, no es  una cita literaria, es el ejemplo de cómo algunos platos, algunas recetas clásicas permanecen en nuestra memoria gracias a los libros que hemos leído o las películas que hemos visto. Entre éstos se encuentran sin duda la “sopa francesa de cebolla”, un plato básico de la cocina gala, más concretamente de París, dónde se sirve en los bistrots de Montmartre. En una de esas película o de un libro, que nos describen o nos  muestran el ambiente húmedo de los barrios bohemios franceses bien entrada la noche, en una de ésas, me enamoré de esta sopa.

Imagino que, como ocurre con todas las recetas tradicionales, cada familia, cada cocinero, cada madre tiene su versión. Yo tengo la mía, aunque no es propia, me la ha prestado mi amigo Polo, que gracias a que vive gran parte del año en París y a su amor y curiosidad por la gastronomía, me hace estos regalos culinarios. No es la primera receta que me presta ya tengo otras que han pasado a mi propiedad como la “caponata siciliana con pasas” o los “penne a la Salvo”

Esta sopa es de ésas que te calienta en un día de frío, te conforta en una mañana de resaca o te entona las noches que coronan un día desastroso. Sea como sea, es uno los platos mitificados por nuestra imaginación que siempre quisimos probar como “el pastel de jengibre recién sacado del horno” de los libros juveniles de Enid Blyton, o la “sopa de tortuga” de “El festín de Babette”.

De momento he calmado mi ávida memoria culinaria con esta sopa, aunque me he tomado algunas licencias: no he puesto queso Gruyère, no lo encontré, lo he cambiado por manchego curado y ha resultado un éxito. Leo que esta receta se puede gratinar con distintos quesos y, qué iba a hacer yo, pues darle un toque personal con lo que tenía más a mano: un queso manchego y, que me perdonen los franceses, esto solo puede mejorar la receta original.

¡Disfrutadla! Y dejaos trasladar donde la imaginación os lleve.

Ingredientes (4 personas)

– Para hacer el caldo

1 puerro grande

Un trozo de col

1 cebolleta

1 trozo de apio

1 zanahoria

1 pimiento verde

1 trozo de calabaza

1 nabo (opcional)

1 calabacín

1 par de dientes de ajo

1 carcasa de pollo o un trozo de gallina

1 chorro de aceite de oliva

Hierbabuena

Sal

 – Ingredientes para la sopa

2  cebollas blancas grandes

Mantequilla

1 chorro de cognac o brandy

2 cucharaditas de azúcar morena

Rebanadas de pan del día anterior

Queso (la receta original dice Gruyère, pero yo puse manchego curado)

Pimienta negra

  1. La base de este plato es un caldo de verdura, sin demasiado gusto a carne. Por eso, lo primero es hacer este caldo con los ingredientes mencionados más arriba. Una vez hecho, lo colamos y lo dejamos aparte.
  2. Ahora cortamos las cebollas en rodajas finas y las rehogamos con mantequilla o con una mezcla de mantequilla y aceite de oliva. Se tienen que ir haciendo a fuego lento de manera que se vayan pochando sin arrebatarse ya que si se queman ennegrecerían la sopa y desvirtuarían su sabor. Cuando empiece a ablandarse, añadimos el azúcar, dejamos a fuego lento y tapamos. Estará cuando haya tomado un bonito color rubio dorado.
  3. Mientras, en una cacerola, llevamos a ebullición aproximamente un litro del caldo que teníamos reservado, al que le agregaremos el cognac y las cebollas pochadas, así como pimienta negra recién molida. Rectificamos de sal si fuere necesario, y dejamos hervir a fuego vivo unos cinco minutos.4
  4. Encendemos el gratinador del horno. Cortamos una rebanada de pan del día anterior por comensal y las tostamos. A continuación vertemos la sopa en tazones individuales de porcelana resistentes al horno o en una cazuela de barro grande y ponemos el pan tostado, sobre el que depositaremos una o dos lascas de queso. Introducimos en el horno y gratinamos hasta que el queso esté fundido.
  5. Servimos inmediatamente, pero ¡cuidado, que quema mucho!

Mi amigo me recomienda un buen Burdeos pero yo la tomé con un tinto de la Ribeira Sacra y me supo a gloria.

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Brownie de frambuesas y tarta de queso. CP

Brownie de frambuesas y pastel de queso

La repostería de altura la practico poco. Esto no es un secreto. Cualquiera que siga el blog se da cuenta, pero os aseguro que no es culpa mía. A mí también me gusta  hacer una buena tarta, pero en mi entorno se afanan en preferir una tortilla de patata a un pastel de lo que sea, aunque sea de chocolate negro.

No obstante, cuando me propongo hacer algo para qué quedarse en lo fácil, ¡a por lo difícil! Era la celebración del cumpleaños de mi hermana y decidí que la tarta la hacía yo. Y escogí una de las especialidades de la pastelería Hummingbird, el “brownie de frambuesas  y pastel de queso”.

La preparación es suculenta: tres capas, una de brownie, otra de tarta de queso y la tercera de crema de frambuesas, todo ello coronado de unas frambuesas frescas. ¡Ahí es nada! Bueno, pues al final salió, la tarta estuvo en la mesa coronando un cumpleaños especial del que todos disfrutamos como lo hacemos siempre que nos juntamos. Todos dijeron que estaba buenísima, así que ahora me he venido arriba y estoy pensando en abordar la tarta Sacher que  algunos hicieron y otros “perpetraron”  en “Master Chef”

Estoy satisfecha porque el reto era complicado y logré salir airosa, y lanzada a probar nuevos desafíos como éste.

No obstante tengo un nuevo problema: me han sobrado dos porciones de tarta y, pasado el cumpleaños, ya han acabado con las sobras de croquetas de boletus (eso sí cayó inmediatamente) y ahí sigue el brownie, mirándome desde la nevera.

 Ingredientes

Para el brownie:

200 gr de chocolate para postres

200 gr de mantequilla a temperatura ambiente

250 gr de azúcar glas

3 huevos

110 gr de harina

Para el pastel de queso:

400 gr de queso crema

150 gr de azúcar glas

½ cucharadita de vainilla

2 huevos

Para la cobertura:

250 gr de frambuesas
(yo utilice 200 gramos de frambuesas congeladas y los 50 gramos restantes, frescas para adornar)

300 ml de nata para montar

100 gr de azúcar glas

  1. Precalentar el horno a 170ºC calor arriba y abajo. Forrar con papel de horno un molde rectangular de 33 x 23 cm.
  2. Nos ponemos a hacer el brownie. Para ello derretimos el chocolate en un cuenco sobre una cacerola con agua hirviendo, procurando que el cuenco no toque el agua. Lo dejamos con fuego bajo mientras se derrite removiendo de vez en cuando.
  3. Entretanto, ponemos en una amasadora o en la thermomix con la mariposa puesta la mantequilla con el azúcar y batimos a velocidad lenta. Cuando veamos que se ha hecho una mezcla homogénea vamos añadiendo los huevos uno a uno y sin dejar de batir. Subimos algo la velocidad para que esponje y ponemos el chocolate que hemos derretido. Cuando se haya incorporado del todo, incorporamos la harina y seguimos batiendo unos segundos hasta que todo quede bien mezclado.
  4. Echamos la mezcla en el molde y lo alisamos bien con una espátula.
  5. Ahora vamos con la tarta de queso: Incorporamos en la amasadora o thermomix el queso crema, el azúcar, la vainilla y batimos lentamente hasta que esté bien ligado y espeso. Añadimos los huevos uno a uno mientras seguimos removiendo. Subimos un poco la velocidad y seguimos batiendo hasta que esté muy cremosa y algo esponjosa. Hay que vigilarlo no sea que nos pasemos batiendo y se  nos corte la mezcla.
  6. Una vez terminado, lo ponemos en el molde junto encima de la mezcla anterior. Alisamos también y metemos al horno unos 35 minutos. A partir de los 30 minutos hay que vigilarlo y retirarlo en cuanto este firme al tacto y ligeramente dorado ya que si se pasa de cocción la tarta de queso quedará seca y se abrirá. La dejamos enfriar del todo y preferiblemente toda la noche antes de terminar el pastel.
  7. Por último preparamos la crema de frambuesa. Ponemos la nata, el azúcar y los 200 gr de frambuesas en la amasadora o en la thermomix con la mariposa y batimos a velocidad media-baja hasta que esté firme y cremosa. No os desesperéis porque tarda un rato. Montará mejor si tanto el recipiente como la nata están bien fríos.
  8. Entonces desmoldamos la tarta y la ponemos sobre una bandeja. Cubrimos con la crema de frambuesa, alisamos bien y adornamos con unas frambuesas frescas.

Sé que es una tarta laboriosa, pero la cara de todos los comensales cuando llega a la mesa compensa el esfuerzo. ¡Ojalá la disfrutéis en un cumpleaños especial!

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Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

Bollos de mantequilla, leche y chocolate

Como estos días he estado un poco mustia, nada mejor para reincorporarme a la cocina y al blog que unos bollitos dulces con chocolate negro. El dulce y el chocolate siempre parece que te reconfortan y te hacen sentir mejor. Uno de estos bollitos de mantequilla y chocolate negro con un buen vaso de leche anima a cualquiera y apetece aun en estos días de tormenta primaveral.

Para hacerlos tuve que amasar, ¡mi gran caballo de batalla! Pero no me desanimo, insisto, insisto e insistiré hasta que me salgan bien. Aquí me empleé a fondo y estoy bastante satisfecha con el resultado. Me leí las explicaciones detalladas (por enésima vez) del libro de Anna Bellsolà  “Pan en casa, del horno al corazón” y me puse manos a la obra. Quedaron esponjosos, subieron bien, aunque todavía necesito bastante práctica pero lo lograré porque se me ha metido entre ceja y ceja.

La receta es del libro que os he mencionado de Anna Bellsolà y es una delicia para merendar o desayunar un domingo.

Si estáis peleados con las masas como yo, practicad con esta receta, y si lo que os gusta es el dulce, también.

Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

1/2 kilo de harina de fuerza

325 ml de agua

80 gr de mantequilla

35 gr de azúcar

25 gr de leche en polvo

10 gr de levadura fresca

10 gr de sal

200 gr de pepitas de chocolate

Un huevo batido

  1. Preparamos todos los ingredientes que deben estar a temperatura ambiente.
  2. Ponemos casi toda la harina (dejamos un poco a parte para ir añadiendo si hiciera falta) en un recipiente grande, hacemos un volcán en el centro y ponemos el agua templada y la levadura. Vamos mezclando bien.
  3. Añadimos la leche, el azúcar y la sal y seguimos mezclando. Por últimos incorporamos la mantequilla cortada en cubitos y seguimos mezclando. En este momento es mejor incorporar las manos para poder mezclar con más intensidad.
  4. Ponemos la masa ligada en la superficie de trabajo y la vamos amasando poco a poco, doblando la masa hacia nosotros, presionando y volviendo a doblar, durante unos diez minutos. Hay que tener en cuenta que esta masa es un poco pegajosa, pero si queda demasiado habrá que añadir algo de harina y si está demasiado seca, poner un poco más de agua.  Cuando veamos que la masa está lisa y elástica ponemos las pepitas y las mezclamos mientras amasamos.
  5. Dejamos entonces la masa reposar en un recipiente tapada con un paño húmedo durante una hora.
  6. Cuando veamos que ya ha subido, dividimos la masa en partes iguales. Podemos hacer porciones de 200 gr o algo más pequeñas, de 100 gr. Yo las hice de 200 pero creo que es mejor hacerlas más pequeñas. Las dejamos reposar separadas en la mesa de trabajo tapadas con un paño húmedo, media hora.
  7. Pasado este tiempo, cogemos cada porción y la damos forma de bola con cierta delicadeza. Vamos poniendo las piezas en la bandeja de horno. Cuando tengamos todas, las tapamos con un paño para que suban. Dejamos la bandeja en un lugar cálido unas dos horas.
  8. Pasado este tiempo precalentamos el horno a 180º,  pintamos los bollos con huevo batido y los metemos al horno durante una media hora. Cuando estén tostaditos, los sacamos y lo dejamos enfriar en una rejilla.

¡Prepara la leche que vamos a merendar!

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Diplomático de moka y praliné. CP

Diplomático de moka y praliné de avellanas

Diplomate de moka. Dicho así nos suena a un postre francés extremadamente difícil. Según el Larousse Gastronómico, “diplomático” es una tarta o pastel que se forma en un molde con la superposición de bizcochos remojados en  almíbar perfumado. El conjunto se pone en el frigorífico y luego se sirve desmoldado. Dicho en español, una tarta de galletas de toda la vida lo que pasa que en francés suena mucho más elegante y difícil.

Por qué cuento todo esto. Porque lo más importante en la cocina, como en muchas otras cosas, es lanzarse. Hay que medir primero los riesgos claro (¿quién viene a cenar, por ejemplo?), pero qué hubiera sido de mí si no hubiera perpetrado aquellos “scones” que me empeñé en hacer con sólo 13 años y que mi madre guardó como pisapapeles o para lanzarle a algún ladrón que se atreviese a entrar en casa. Tras el fracaso y las risas que pasamos mi madre, mis hermanos y yo, vinieron los reintentos y  los siguientes fracasos hasta que llegué a los pequeños aciertos. No hay que desanimarse, ni marcarse metas demasiado fáciles, hay que intentar saltar siempre desde un poco más alto.

Os aseguro que no es el caso del “Diplomático de moka y praliné de avellanas”, si buceáis en la receta veréis que es bastante más fácil de lo que parece por el pomposo nombre. Es además una estupenda tarta de cumpleaños si queréis dar una sorpresa con algo distinto y elaborado por nosotros. Yo la hice para el cumpleaños de mis hijas y hasta ellas, que no prueban las tartas, tomaron un trocito.

Poneos manos a la obra y ya me diréis.

Ingredientes (para una tarta de 25 cm de diámetro)

120 gr de avellanas

7 cucharadas soperas de azúcar

500 ml de nata para montar

400 ml de leche

5 cucharadas de café instantáneo

Bizcochos de soletilla o galletas de bizcocho

  1. Lo primero que vamos a hacer es el praliné de avellanas, para ello tostamos ligeramente las avellanas y las frotamos entre las manos para quitar toda la piel que quede adherida a los frutos.
  2. Metemos la nata un ratito en el congelador para que esté muy fría y el bol donde la vayamos a batir, en el frigorífico. Así montará más fácilmente.
  3. Ponemos 5 cucharadas de azúcar en una sartén para hacer un caramelo. Cuando esté fundido y tostado, añadimos los avellanas enteras, revolvemos para que se caramelicen y lo dejamos enfriar sobre una bandeja que habremos cubierto con papel de horno. Una vez frío, lo partimos trozos, reservando unas cuantas avellanas enteras para el adorno de la tarta. El resto, lo metemos en la batidora y lo reducimos a polvo. Reservamos.
  4. Ahora haremos la crema de café. Sacamos la nata y el bol de la nevera.  Montamos la nata con las varillas (en thermomix poner la mariposa y batir a velocidad 3 y medio observando continuamente para que no se nos haga mantequilla, eso también me pasó en otra ocasión). El punto justo será cuando la varilla deje un surco permanente en la nata.
  5. Tomamos 3 cucharadas de leche templada añadimos 3  cucharadas de café instantáneo y disolvemos bien. Incorporamos esta mezcla junto con el azúcar restante, 2 cucharadas colmadas,  a la nata. Removemos hasta que quede bien mezclado.
  6. Disolvemos el resto del café (2 cucharadas) en la leche que teníamos aparte.
  7. Cogemos el molde de corona desmontable. Lo que vamos a hacer ahora es ir cubriendo este molde con los bizcochos remojados. Primero mojamos el dorso del bizcocho en la leche con el café, sin que llegue a empaparse demasiado porque si no la tarta se desharía. Es  mejor que queden más bien tiesecitos. Ponemos una capa completa en el fondo, procurando que quede bien cubierto aunque para ello tengamos que romper algunos bizcochos.
  8. Sobre los bizcochos extendemos una capa fina de crema de café y luego espolvoreamos con praliné. Seguimos así hasta conseguir el grosor deseado (yo hice tres capas).  Terminamos con una capa de crema y reservamos el resto para finalizar la tarta.  Metemos la tarta en la nevera varias horas. Se puede hacer el día anterior y luego terminarla antes de servir.
  9. Cuando vayamos a servir, desmoldamos, cubrimos toda  la tarta con la crema reservada, espolvoreamos praliné y adornamos con las avellanas que habíamos guardado.

Esta tarta se puede congelar y servirla en verano como tarta helada. Ya sabéis que el café helado es una delicia. ¡Que la disfrutéis!

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Pan integral rápido. CP

Pan integral rápido

Llevo días sin aparecer por aquí y todo se debe a las prisas, prisas, prisas….

Para cocinar hay que disponer de algo de tiempo, sosiego y un poco de paciencia, pero como yo en los últimos días ando corta de todas estas cosas, he logrado rescatar una receta que va como anillo al dedo en estos momentos: “pan integral rápido”.

Y es que cuando vamos contrarreloj comemos mal, cualquier cosa, y en mi casa se quejan. Yo también me quejo y no sólo porque me he acostumbrado a lo casero sino también porque para sentirme bien necesito cocinar. Que estoy deprimida, cocino; que estoy estresada, cocino para relajarme; que me enfado, pues cocino también. Mi terapia es cocinar.

Hornear pan es el doble de relajante que otro tipo de preparaciones, porque comer pan casero nos hace sentirnos en casa y confortables. Os animo a tod@s a preparar esta receta: es fácil, no tememos que amasar ni dejar reposar, no necesitamos tener en casa ni siquiera levadura fresca, con la levadura de repostería vale; se hace en 10 minutos y 50 de horno.

Es cierto, que no es un verdadero pan, lo parece, pero en realidad está a medio camino entre el pan y el bizcocho, pero untado con mantequilla y mermelada de arándanos está para chuparse los dedos.

Después puedes presumir de haber hecho tu pan para el desayuno y reconciliarte con lo que sea que te pase hoy.

pan-integral-rapdio-2

Ingredientes:

450 gr de harina integral

1 sobre de levadura de repostería

1 cc de sal

1cc de azúcar

25 gr de mantequilla a temperatura ambiente

150 ml de leche y 100 ml de agua

Un poco de más leche y mantequilla

Opcional (sémola de trigo, alguna semilla…)

  1. Calentamos el horno a 200ºC con calor arriba y abajo
  2. Tamizamos la harina con la levadura, la sal y el azúcar. Si lo hacemos en la thermomix batimos todo 6 segundos, velocidad 8.
  3. Ponemos la mezcla en un bol y le añadimos la mantequilla en trocitos. La vamos frotando con los dedos para dejarla como migas.
  4. Añadimos la leche mezclada con la harina (a temperatura ambiente). Mezclamos bien, formamos una bola y la amasamos durante 10 minutos. (Para hacerlo con thermomix, dejamos la mezcla de harina en el vaso, añadimos la mantequilla y batimos 4 segundos, velocidad 6. Añadimos los líquidos, volvemos a mezclar, 4 segundos a la misma velocidad, y amasamos 2 minutos Velocidad espiga)
  5. Engrasamos un molde redondo, ponemos dentro la masa aplastándola con la mano para que se amolde al recipiente. Pincelamos con leche y si queremos espolvoreamos por encima un poco de sémola de trigo, copos de avena o alguna semilla.
  6. Metemos al horno caliente unos 50 minutos. Si vemos que se tuesta demasiado cubrimos con un poco de papel de horno.
  7. Una vez hecho, desmoldamos y lo dejamos enfriar con una rejilla

Cuando lo vayamos a consumir podemos hacerlo frío o calentarlo ligeramente en un tostador. Se conserva varios días envuelto en papel.

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Risotto de calabaza y alcachofas. CP

Risotto de calabaza y alcachofa

El arroz, ¡qué pasión! Somos muchos los que consideramos al arroz nuestro alimento favorito: bomba, basmati, thai, carnaroli, arborio, salvaje; en risotto, pilaf, en paella, seco, caldoso, blanco o negro. Me gusta de todas las maneras, a mí y a todos los que me rodean.

El arroz, tan sencillo, tan sofisticado, dulce o salado, se convierte en un plato para salir del paso si lo pones “a la cubana”, o de fiesta, si recordamos cuantos domingos nos hemos reunido toda la familia alrededor de una paella.

Después de esta loa al arroz, qué puedo hacer sino escribir una receta, esta vez de la biblia italiana “Cuchara de plata”: un risotto, meloso y cremoso, con las alcachofas que tanto me gustan y el dulzor de la calabaza. Un risotto de domingo o de celebración.

¡Viva el arroz!

 Ingredientes (4 personas)

 40 gr de mantequilla

200 gr de calabaza

3 alcachofas

1 litro (o algo más) de caldo de verduras

350 gr de arroz (para risotto)

Sal

Pimienta blanca

Parmesano

  1. Troceamos la calabaza. Ponemos la mitad de la mantequilla en una sartén o cazuela y la fundimos a fuego lento. Añadimos la calabaza y la rehogamos 5 minutos. Añadimos cinco cucharadas de agua, salamos, tapamos y la dejamos cocer a fuego muy lento 20 minutos hasta que esté tierna.
  2. Mientras, vamos limpiando las alcachofas, dejamos sólo el corazón y lo partimos en octavos. Lo añadimos al guiso y dejamos que siga cociendo otros 10 minutos.
  3. Ponemos a calentar el caldo de verduras.
  4. Pasados los 10 minutos, aplastamos la calabaza con un tenedor y añadimos el arroz, sal y pimienta recién molida y damos unas vueltas, hasta que el arroz quede empapado de los sabores de la alcachofa y la calabaza.
  5. Añadimos un primer cazo de caldo caliente y lo vamos removiendo hasta que se absorba del todo. Seguimos añadiendo caldo y removiendo hasta que veamos que el arroz está en su punto (entre 15 y 18 minutos, aproximadamente, aunque no es un tiempo fijo).
  6. Cuando esté hecho, añadimos el resto de la mantequilla y servimos junto al queso parmesano para que cada uno se sirva a voluntad.

No olvidéis un buen vino blanco. ¡Hoy es día de fiesta!

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