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Aceitunas rellenas. CP

Aceitunas con relleno casero

Los preparativos para las cenas y comidas de Navidad y las pre-celebraciones no dejan tiempo para nada más, pero no podía pasar ni un día más sin contaros la receta que recientemente ha encantado, para mi sorpresa, a mis últimos invitados. Digo “sorpresa” porque es tan básica, tan sumamente sencilla y casi elemental que es sorprendente los buenos resultados que proporciona.

Hace unos días celebré uno de esas pre-celebraciones navideñas. Preparé primero unos pequeños aperitivos mientras llegaba la comida principal y lo que más gustaron fueron unas aceitunas, algo tan sencillo como unas aceitunas rellenas caseras.

Desde que las serví, incluso antes de probarlas, mis invitados me preguntaban: ¿Dónde compras estas aceitunas rellenas, con esa pinta? Pero lo mejor es luego, cuando las pruebas. Os diré que todos los que vinieron a la celebración me han pedido ya la receta, por eso creo que lo mejor es compartirla ya que aún estáis a tiempo de incluirla en los aperitivos navideños.

La receta se la he tomado prestada al famoso José Andrés, que la preparó en  uno de los programas que se emitieron hace tiempo en televisión.

Espero que os guste y que sea también un éxito en las mesas festivas.

Ingredientes (para 12 aceitunas)

12 aceitunas gordal (con hueso o sin hueso, ver más abajo)

6 anchoas en aceite de oliva

2 pimientos del piquillo

Ralladura de media naranja

Un diente de ajo

Vinagre de Jerez

Aceite de oliva

Sal en escamas

  1. Los primero es abrir la aceitunas por un lateral para poder rellenarlas. Los profesionales recomiendan con hueso y deshuesarlas nosotros porque quedan más jugosas, pero si tenemos prisa podemos comprarlas ya deshuesadas. Si son con hueso debemos apretar con la hoja de un cuchillo ancho hasta que salga el hueso por uon de los laterales procurando romperla lo menos posible. Aunque se rompa, luego rellena y reconstruida queda bien. Sin son deshuesadas, simplemente hacemos una incisión.
  2. Cortamos tiras finas de pimiento del piquillo  y dividimos cada anchoa a la mitad a lo largo.
  3. Rellenamos cada aceituna con una tira de anchoa y una de pimiento y las cerramos.
  4. Ponemosa  macerar todas las aceitunas con la ralladura de media naranja, un diente de ajo machacado, seis cucharadas de aceite y tres de vinagre de Jerez. Las dejamos una hora.
  5. Las servimos en un pequeña fuente con algunas escamas de sal y un chorrito de aceite de oliva.

¡Más sencillo, imposible!

Cocinas Pasión

magdalenas de chocolate y naranja

Magdalenas de chocolate y naranja

En cuanto en el cielo aparecen algunas nubes que presagian el mal tiempo, mis hijas aprovechan para convencerme de que hay que hacer un buen chocolate caliente. Les encanta el chocolate recién hecho y les da lo mismo si hace frío o calor. Durante los meses de verano yo me defiendo diciendo que, con la temperatura que hace, es imposible tomarse una taza humeante pero cuando, como en estos días, atisban algo de lluvia, ya no tengo escapatoria. Así que invariablemente en mi casa desayunamos con chocolate los fines de semana de finales de septiembre hasta casi junio. Menos mal que desde que tengo la thermomix se hace sólo.

El pasado domingo tuve que hacerles, sí o sí, unas tazas de chocolate para desayunar y me recordaron que llegaba el tiempo de los bizcochitos, las magdalenas… Para qué demorarlo si a mí también me encanta que la casa huela como un horno de pastelería. Me he puesto manos a la obra y he hecho las primeras magdalenas de la temporada: de chocolate y naranja.

Desde que Xavier Barriga publicó su libro de magdalenas suelo seguir sus indicaciones, proporciones y el tiempo de reposo que recomienda pero voy variando los ingredientes que adornan las magdalenas. Estas últimas las he hecho con chocolate, porque les encanta a las niñas, y al aroma de naranja, porque me gusta a mí, así que he encontrado la combinación perfecta entre mis hijas y yo.

No dejéis de probar unas magdalenas caseras, con su buen aceite de oliva y su azúcar por encima, el mal tiempo es una excusa perfecta.  Sólo tienen un problema: se agotan en el día y tienes que ponerte a hacer más. ¡Qué se le va a hacer!

Ingredientes:

125 gr. de huevo

175 gr. de azúcar

60 ml. de leche.

190 ml. de aceite de oliva

210 gr. de harina de repostería.

La ralladura de una naranja

100 gr. de pepitas de chocolate negro (o con leche si os gusta más)

Una pizca de sal

Un sobre de levadura

  1. Poner la piel de la naranja en la thermomix y batir a velocidad máxima hasta que quede una ralladura fina. Retirar.
  2. Poner la mariposa en la thermomix y echar los huevos y el azúcar. Batir a velocidad 4 durante 6 minutos.
  3. Mientras, mezclamos en un cuento la harina, la sal, la levadura y la ralladura de naranja.
  4. Batir sin tiempo a velocidad 2 e ir incorporando la leche y el aceite a la mezcla de huevo y azúcar.
  5. Retirar la mariposa. Seguir batiendo a velocidad lenta e incorporar poco a poco la mezcla de la harina que habíamos hecho antes.
  6. Parar la máquina e incorporar las pepitas de chocolate con una espátula.
  7. Dejaremos reposar la mezcla varias horas en la nevera. Yo suelo dejarla reposar toda la noche aunque también quedan bien con tan sólo sólo un par de horas.
  8. Precalentamos el horno a 250ºC
  9. Mientras, sacamos la masa de la nevera y la batimos fuerte.
  10. Rellenamos los moldes de magdalenas, pero teniendo en cuenta que tienen que subir.
  11. Metemos las magdalenas al horno y bajamos la temperatura a 210ºC. Suelen tardar unos 15 minutos.
  12. Sacamos del horno tras comprobar que ya están hechas y las dejamos enfriar sobre una rejilla. (Si hay niños en casa esto suele resultar muy difícil).

Una vez frías, nos hacemos un buen vaso de leche y las mojamos con delectación.

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Torrijas con almíbar de naranja

Torrijas caseras con almíbar de naranja

Una de mis primeras recetas en este blog no podía ser otra que las torrijas, tradición desde siempre en casa de mi madre y ahora en la mía.

Estas torrijas tienen también su historia: mi madre pidió la receta a una amiga que nos invitó uno de los días de Semana Santa a su casa y nos las ofreció. Estaban tan deliciosas que mi madre (que también las hacía bien, todo hay que decirlo) le pidió la receta. Nuestra amiga nos dijo que su familia había sido pastelera durante generaciones y ésta era la receta que elaboraban desde siempre.

Quizá no sean muy distintas a las de otras familias, pero el punto del almíbar de naranja, aromatizado con licor, y el servirlas templadas les da un gusto especial. Yo las suelo  acompañar, y os sugiero que hagáis lo mismo si tenéis oportunidad, con un vino Moscatel Vall de Xaló, D. O. Alicante. El maridaje es perfecto.

Aquí os dejo la receta, os aseguro que será un éxito, sobre todo si lo complementáis con un buen vinito dulce.

Ingredientes: (para unas 15 torrijas)

1 barra de pan

1 litro de leche

80 gr. Azúcar

Canela en polvo

5 huevos.

Aceite de oliva

Para el almíbar:

½ litro de agua

250 gr. de azúcar.

La cáscara de una naranja

Un palo de canela.

Un chorrito de licor de melocotón o ron añejo.

Uno de los secretos de una buena torrija es elegir una barra de pan ancha y dejarla “sentar” un par de días para que al remojarlas en leche no se rompan.

  1. Cortar el pan en rebanadas y remojarlo en la leche templada con el azúcar y la canela en polvo. Dejarlas escurrir para que suelte el exceso de leche, pero no olvidéis que deben quedar bien remojadas, para que queden jugosas el freírlas.
  2. Batir los huevos y pasar las torrijas con mucho cuidado para que no se deshagan por huevo.
  3. Freirlas con el aceite caliente. Controlad en todo momento para que el aceite no se caliente demasiado y se queme.  Sacarlas de la sartén y escurrirlas en papel absorbente.
  4. Hacer un almíbar flojo, mezclando todos los ingredientes e hirviéndolos 10 minutos.
  5. Cuando las torrijas estén fritas, pasarlas de una en una por el almíbar hirviendo unos 15 segundos.  Con este último paso quedan jugosas y brillantes.

 Para servirlas yo prefiero dejar un poco de almíbar aparte y hervirlas uno segundos, antes de ponerlas en el plato. Aquí jugamos también con el aroma que desprende al almíbar al calentarlo.

Si queréis comerlas frías, dejadlas con el almíbar en una fuente después de hervirlas y las servís sin calentar.

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