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Bizcocho de melocotón y jengibre. CP

Cómo empezar el otoño con buen pie: Bizcocho de melocotón y jengibre

Llega el otoño y apetece encender el horno para hacer un buen bizcocho. No es tontería: los bizcochos y las magdalenas caseras crean adicción, en mi casa ya no se puede pasar un fin de semana sin tomarse un humeante dulce de horno en cuanto sopla la más mínima brisa otoñal. Y no lo hacemos antes porque hace demasiado calor y me niego a encender el horno por muy tercas que se pongan mis hijas, de lo contrario me veo horneando en pleno agosto.

Si habéis observado, esto no sólo me pasa a mí: los blog están estos días repletos de galletas, magdalenas, bollos…, en fin, todo lo que apetece cuando tienes que cerrar las ventanas de casa porque empieza a hacer fresquito  y los días amanecen lluviosos.

¡Y la sonrisa que se les pone a los niños (y a los mayores) cuando llegan a casa y huele a bizcocho recién hecho! Eso no tiene precio.

Por todo esto y porque me gusta trajinar entre masas, con los últimos frutos del verano, los melocotones, me he marcado un bizcocho con un toquecito de jengibre. El resultado: un aromático pastel, amarillo y esponjoso como sol de verano, ese que se nos ha ido.

Ingredientes:

250 gr. de melocotón pelado y en trozos

200 gr. de harina

Un sobre de levadura

200 gr. de azúcar

1 cc rasa de jengibre en polvo

70 gr. de aceite de oliva virgen extra

Azúcar glass

  1. Encendemos el horno para que se vaya calentando a 180ºC.
  2. Tamizamos la harina junto con la levadura y la dejamos aparte (en Thx. –de ahora en adelante thermomix– 20 segundos a velocidad 3).
  3. Trituramos completamente el melocotón y el azúcar con una batidora. (Thx. unos segundos a máxima velocidad hasta estén completamente reducidos a puré).
  4. A este puré de melocotón, le ponemos los cuatro huevos y el jengibre y lo batimos intensamente durante unos minutos hasta que quede esponjosos (Thx. 6 minutos, velocidad 4 con la mariposa)
  5. Añadimos el aceite y lo mezclamos unos segundos (Thx. retiramos la mariposa y batimos 15 segundos, velocidad 4).
  6. Por último, incorporamos la harina con la levadura que habíamos tamizado al principio (Thx. 4 segundos, velocidad 4).
  7. Comprobamos que esté bien mezclado y lo ponemos en un molde alargado, previamente engrasado con mantequilla o forrado con papel de horno.
  8. Lo metemos al horno unos 30 minutos, aunque es conveniente tenerlo vigilado.
  9. Estará cuando el pinchar el bizcocho con una aguja, ésta salga limpia.

No os quiero decir cómo está con un café recién hecho.

Así, ¿a quién le importa que llegue el otoño?

Cocina Pasión

Brownie de frambuesas y tarta de queso. CP

Brownie de frambuesas y pastel de queso

La repostería de altura la practico poco. Esto no es un secreto. Cualquiera que siga el blog se da cuenta, pero os aseguro que no es culpa mía. A mí también me gusta  hacer una buena tarta, pero en mi entorno se afanan en preferir una tortilla de patata a un pastel de lo que sea, aunque sea de chocolate negro.

No obstante, cuando me propongo hacer algo para qué quedarse en lo fácil, ¡a por lo difícil! Era la celebración del cumpleaños de mi hermana y decidí que la tarta la hacía yo. Y escogí una de las especialidades de la pastelería Hummingbird, el “brownie de frambuesas  y pastel de queso”.

La preparación es suculenta: tres capas, una de brownie, otra de tarta de queso y la tercera de crema de frambuesas, todo ello coronado de unas frambuesas frescas. ¡Ahí es nada! Bueno, pues al final salió, la tarta estuvo en la mesa coronando un cumpleaños especial del que todos disfrutamos como lo hacemos siempre que nos juntamos. Todos dijeron que estaba buenísima, así que ahora me he venido arriba y estoy pensando en abordar la tarta Sacher que  algunos hicieron y otros “perpetraron”  en “Master Chef”

Estoy satisfecha porque el reto era complicado y logré salir airosa, y lanzada a probar nuevos desafíos como éste.

No obstante tengo un nuevo problema: me han sobrado dos porciones de tarta y, pasado el cumpleaños, ya han acabado con las sobras de croquetas de boletus (eso sí cayó inmediatamente) y ahí sigue el brownie, mirándome desde la nevera.

 Ingredientes

Para el brownie:

200 gr de chocolate para postres

200 gr de mantequilla a temperatura ambiente

250 gr de azúcar glas

3 huevos

110 gr de harina

Para el pastel de queso:

400 gr de queso crema

150 gr de azúcar glas

½ cucharadita de vainilla

2 huevos

Para la cobertura:

250 gr de frambuesas
(yo utilice 200 gramos de frambuesas congeladas y los 50 gramos restantes, frescas para adornar)

300 ml de nata para montar

100 gr de azúcar glas

  1. Precalentar el horno a 170ºC calor arriba y abajo. Forrar con papel de horno un molde rectangular de 33 x 23 cm.
  2. Nos ponemos a hacer el brownie. Para ello derretimos el chocolate en un cuenco sobre una cacerola con agua hirviendo, procurando que el cuenco no toque el agua. Lo dejamos con fuego bajo mientras se derrite removiendo de vez en cuando.
  3. Entretanto, ponemos en una amasadora o en la thermomix con la mariposa puesta la mantequilla con el azúcar y batimos a velocidad lenta. Cuando veamos que se ha hecho una mezcla homogénea vamos añadiendo los huevos uno a uno y sin dejar de batir. Subimos algo la velocidad para que esponje y ponemos el chocolate que hemos derretido. Cuando se haya incorporado del todo, incorporamos la harina y seguimos batiendo unos segundos hasta que todo quede bien mezclado.
  4. Echamos la mezcla en el molde y lo alisamos bien con una espátula.
  5. Ahora vamos con la tarta de queso: Incorporamos en la amasadora o thermomix el queso crema, el azúcar, la vainilla y batimos lentamente hasta que esté bien ligado y espeso. Añadimos los huevos uno a uno mientras seguimos removiendo. Subimos un poco la velocidad y seguimos batiendo hasta que esté muy cremosa y algo esponjosa. Hay que vigilarlo no sea que nos pasemos batiendo y se  nos corte la mezcla.
  6. Una vez terminado, lo ponemos en el molde junto encima de la mezcla anterior. Alisamos también y metemos al horno unos 35 minutos. A partir de los 30 minutos hay que vigilarlo y retirarlo en cuanto este firme al tacto y ligeramente dorado ya que si se pasa de cocción la tarta de queso quedará seca y se abrirá. La dejamos enfriar del todo y preferiblemente toda la noche antes de terminar el pastel.
  7. Por último preparamos la crema de frambuesa. Ponemos la nata, el azúcar y los 200 gr de frambuesas en la amasadora o en la thermomix con la mariposa y batimos a velocidad media-baja hasta que esté firme y cremosa. No os desesperéis porque tarda un rato. Montará mejor si tanto el recipiente como la nata están bien fríos.
  8. Entonces desmoldamos la tarta y la ponemos sobre una bandeja. Cubrimos con la crema de frambuesa, alisamos bien y adornamos con unas frambuesas frescas.

Sé que es una tarta laboriosa, pero la cara de todos los comensales cuando llega a la mesa compensa el esfuerzo. ¡Ojalá la disfrutéis en un cumpleaños especial!

Cocina Pasión

Torrijas de Moscatel CP.

Torrijas de Moscatel de Teulada

Preparando la Semana Santa me he acordado de una botella de Moscatel de Teulada que tenía en la despensa desde que el pasado verano estuve por esas tierras alicantinas y he pensado que unas torrijas de vino eran su mejor destino.

No me equivocaba y, claro, las torrijas han quedado para chuparse los dedos. Pero volvamos al Moscatel de Teulada, en la Marina Alta: este vino, levemente dulce, es muy aromático y, como corresponde a la variedad, con un gusto floral inconfundible.

La producción vinícola en esta zona era ya muy apreciada por los griegos y los romanos, de hecho en Denia se ha excavado el yacimiento más antiguo de la Comunidad Valenciana que atestigua la producción de vino, el poblado de Benimaquia en el siglo VI a. C., y se ha documentado la producción de tinajas y ánforas para el transporte de vino en grandes barcos.

El peregrinar para adquirir vino en esta zona no debe haber cesado desde entonces, puesto que en las bodegas de la zona la “invasión” extranjera para probar y llevarse algún caldo de la Marina Alta, ya sea blanco, tinto o moscatel es incesante, en especial, en las temporadas de vacaciones. Recuerdo que la última vez en Jalón no puede ni entrar en la bodega de la cooperativa porque los compradores o/y probadores (dejan catar una chupito de vino de las variedades que producen) llegaban hasta la puerta.

Quizá la torrija de vino esté menos extendida que la de leche, pero si se escoge un buen vino, algo fundamental, resultan más ligeras. Aunque es cierto que poca “Semana de Pasión” vamos a vivir cuando se acaba la comida con una buena torrija de Moscatel.

¡A disfrutar las vacaciones… ¡

Ingredientes

Una barra de pan del día anterior

½ litro de vino Moscatel

100 ml de agua

3 cucharadas de azúcar

Un clavo

Una rama de canela

Una cáscara de naranja

Cuatro huevos

Aceite de oliva virgen extra

Para el almíbar:

½ litro de agua

1/4 de litro de vino Moscatel

120 gr. de azúcar

Una cáscara de naranja

Una rama de canela

  1. Cocemos el ½ litro de moscatel, el agua, las 3 cucharadas de azúcar, clavo, canela y naranja y lo hervimos 3 minutos para que pierda el alcohol. Lo dejamos enfriar tapado para que se aromatice.
  2. Cortamos el pan en rebanadas gruesas y las disponemos en una fuente. Vamos remojando el pan con el vino aromatizado hasta que esté bien empapado.
  3. Ponemos bastante aceite a calentar en una sartén ancha. Vamos rebozando las rebanadas de pan en el huevo y friendo por tandas. Hay que tener cuidado no se queme el aceite porque si sucede, amargará. Es mejor cambiarlo cuando veamos que se ennegrece.
  4. Sacamos las torrijas y las escurrimos bien sobre papel absorbente.
  5. Posteriormente hacemos un almíbar ligero con los ingredientes señalados. Dejamos cocer veinte minutos removiendo de vez en cuando.
  6. Cuando esté, introducimos cada torrija, una a una en el almíbar hirviendo durante un minuto y vamos dejando en un recipiente.
  7. Una vez hecho esto con todas las torrijas, dejamos enfriar el almíbar. Se pueden hacer dos cosas, dejar las torrijas secas y cuando se sirven poner un poco de almíbar frío, o echarlo por encima a todas las torrijas y guardarlas así. En mi casa gustan más de esta última manera.

Quedan deliciosas. No veáis lo bien que sienta llegar a casa tarde después de compartir un buen concierto, buena cena y magnífica compañía y terminar la velada con una torrija de Moscatel. ¿Se puede pedir más?

Cocina Pasión

Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

Bollos de mantequilla, leche y chocolate

Como estos días he estado un poco mustia, nada mejor para reincorporarme a la cocina y al blog que unos bollitos dulces con chocolate negro. El dulce y el chocolate siempre parece que te reconfortan y te hacen sentir mejor. Uno de estos bollitos de mantequilla y chocolate negro con un buen vaso de leche anima a cualquiera y apetece aun en estos días de tormenta primaveral.

Para hacerlos tuve que amasar, ¡mi gran caballo de batalla! Pero no me desanimo, insisto, insisto e insistiré hasta que me salgan bien. Aquí me empleé a fondo y estoy bastante satisfecha con el resultado. Me leí las explicaciones detalladas (por enésima vez) del libro de Anna Bellsolà  “Pan en casa, del horno al corazón” y me puse manos a la obra. Quedaron esponjosos, subieron bien, aunque todavía necesito bastante práctica pero lo lograré porque se me ha metido entre ceja y ceja.

La receta es del libro que os he mencionado de Anna Bellsolà y es una delicia para merendar o desayunar un domingo.

Si estáis peleados con las masas como yo, practicad con esta receta, y si lo que os gusta es el dulce, también.

Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

Bollos de mantequilla, leche y chocolate. CP

1/2 kilo de harina de fuerza

325 ml de agua

80 gr de mantequilla

35 gr de azúcar

25 gr de leche en polvo

10 gr de levadura fresca

10 gr de sal

200 gr de pepitas de chocolate

Un huevo batido

  1. Preparamos todos los ingredientes que deben estar a temperatura ambiente.
  2. Ponemos casi toda la harina (dejamos un poco a parte para ir añadiendo si hiciera falta) en un recipiente grande, hacemos un volcán en el centro y ponemos el agua templada y la levadura. Vamos mezclando bien.
  3. Añadimos la leche, el azúcar y la sal y seguimos mezclando. Por últimos incorporamos la mantequilla cortada en cubitos y seguimos mezclando. En este momento es mejor incorporar las manos para poder mezclar con más intensidad.
  4. Ponemos la masa ligada en la superficie de trabajo y la vamos amasando poco a poco, doblando la masa hacia nosotros, presionando y volviendo a doblar, durante unos diez minutos. Hay que tener en cuenta que esta masa es un poco pegajosa, pero si queda demasiado habrá que añadir algo de harina y si está demasiado seca, poner un poco más de agua.  Cuando veamos que la masa está lisa y elástica ponemos las pepitas y las mezclamos mientras amasamos.
  5. Dejamos entonces la masa reposar en un recipiente tapada con un paño húmedo durante una hora.
  6. Cuando veamos que ya ha subido, dividimos la masa en partes iguales. Podemos hacer porciones de 200 gr o algo más pequeñas, de 100 gr. Yo las hice de 200 pero creo que es mejor hacerlas más pequeñas. Las dejamos reposar separadas en la mesa de trabajo tapadas con un paño húmedo, media hora.
  7. Pasado este tiempo, cogemos cada porción y la damos forma de bola con cierta delicadeza. Vamos poniendo las piezas en la bandeja de horno. Cuando tengamos todas, las tapamos con un paño para que suban. Dejamos la bandeja en un lugar cálido unas dos horas.
  8. Pasado este tiempo precalentamos el horno a 180º,  pintamos los bollos con huevo batido y los metemos al horno durante una media hora. Cuando estén tostaditos, los sacamos y lo dejamos enfriar en una rejilla.

¡Prepara la leche que vamos a merendar!

Cocina Pasión

Mayonesa Casera. CP.

Cómo hacer y conservar una mayonesa casera

La entrada de hoy inaugura una nueva sección de cocina y platos básicos que me han estado demandando últimamente. Quizá, los que nos gusta la cocina y hemos cocinado desde siempre creemos que hay cosas que no hace falta explicar pero, con este blog, me he dado cuenta que no es así. La mayoría de las personas  han olvidado o nunca han aprendido preparaciones básicas o platos tradicionales, sobre todo, aquéllos que se compran ya hechos en los supermercados. Es el caso de salsas como la mayonesa, la salsa rosa o la de tomate y de algunos platos tan enraizados en nuestro día a día como la ensaladilla rusa o la tortilla de patata.

Cuando voy a otras casas me doy cuenta de cómo ya todo el mundo utiliza mayonesa comprada o de “bote”; en parte se debe a la comodidad; en parte, al desconocimiento de cómo hacerla; y en este caso concreto, a la creencia de que la salmonella va a contaminar cualquier mayonesa hecha en casa. Nada más lejos, con las debidas precauciones, pero no sólo con la mayonesa sino con todas las preparaciones, no hay ningún peligro. Os lo digo yo que llevo décadas tomando mayonesa hecha primero por mi madre y luego por mí y nunca hemos tenido en casa un caso de contaminación.

Una mayonesa casera, con un buen aceite de oliva y huevos frescos, es algo muy básico pero imprescindible a la hora de servir unos espárragos blancos de Navarra, una merluza fresca o una ensaladilla. Esta preparación que no lleva más de cinco minutos puede hacer que una merluza simplemente al vapor se convierta en algo sublime.

No entiendo, como me pasó hace algunos días, que uno compre una dorada fresca, la prepare a la sal para una celebración familiar y luego lo estropeé poniendo una mayonesa comprada. Si hacemos lo mayor, la dorada, hagamos luego lo más sencillo.

Yo suelo hacer la mayonesa con dos parte de aceite de oliva y una de aceite de oliva virgen extra con el fin de que no esté tan fuerte. Con alguna variedad de aceite de oliva, como sucede con la cornicabra, sale excesivamente picante cuando se trata de virgen extra.

Siempre utilizo vinagre de Jerez, es mi favorito y es el que suelo utilizar para una mayonesa destinada a aliñar una ensalada. Si queremos sabor más suave podemos elegir limón o vinagre de manzana, a gusto.

Para hacer esta salsa, sólo necesitamos una batidora de mano o “minipimer” de toda la vida.

Normas básicas:

  1. Nunca cascar el huevo en el mismo recipiente donde vamos a hacer la mayonesa, eso podría contaminarlo.
  2. Lavarse las manos inmediatamente después de cascar el huevo.
  3. Conservar los huevos en frío hasta su utilización. En verano se puede poner también en frío el recipiente dónde se va a hacer la mayonesa un rato antes de hacerla.
  4. Nada más confeccionar la salsa, taparla y ponerla en la nevera hasta el momento de su uso. Yo la suelo hacer apenas un cuarto de hora antes de utilizarla y, hasta entonces, la dejo en frío.
  5. Es importante saber que la salmonella es un género de bacteria que prolifera con el calor, por lo tanto, el frío evita su proliferación.

Ingredientes (para una cantidad pequeña)

Un huevo fresco

200 ml de aceite de oliva (1 tercio virgen extra)

Sal

Vinagre de Jerez

  1. Cascamos el huevo y lo ponemos en un recipiente preferiblemente estrecho y alto. Va muy bien el que suele venir con las batidoras de mano.
  2. Ponemos el aceite, sal al gusto y una cucharada de vinagre.
  3. Para que salga bien, dejamos la batidora en velocidad media y la metemos totalmente en el recipiente, comenzamos a batir de manera constante y sin moverla. Observamos y cuando veamos que le mezcla coge consistencia y va subiendo a algo más de la mitad de la totalidad del aceite, vamos levantando lentamente la batidora sin dejar de batir. En apenas un minuto más estará completamente hecha.
  4. Probamos para rectificar de sal y vinagre.
  5. Si vemos que ha quedado demasiado clara para nuestro gusto, añadimos algo más de aceite, si está demasiado espesa, ponemos un poquito de agua fría. Hay que tener en cuenta que la textura de la mayonesa es importante dependiendo del destino que le vayamos a dar. Para una ensaladilla, la textura debe ser más clara, para acompañar unos espárragos, más espesa.

 Una vez hecha se deja tapada en el frigorífico. En invierno, si os sobra algo lo podéis conservar hasta el día siguiente.

Una vez que probéis a hacerla, veréis que no tiene comparación y lo importante que es si queremos que un plato crezca como tal y no se convierta en una comida improvisada o de circunstancias.

Cocina Pasión

Croquetas mar y tierra. CP.

Croquetas mar y tierra

Las croquetas son uno de esos bocados que a todo el mundo gustan. Sin embargo, qué difícil es encontrar unas que sean verdaderamente buenas. Recuerdo con dificultad haber comido alguna croqueta de calidad a lo largo de los años, de esas melosas cuyo interior se deshace al morder la corteza crujiente. Bajo el atrevido nombre de croqueta se perpetran verdaderos sacrilegios, en innumerables casos porque son prefabricadas y, en otros, porque, siendo caseras, están tan cargadas de harina que pierden toda esa untuosidad que las hace especiales.

Recuerdo ir invitada a casas de amigos cuando era pequeña y tener que comerme una croqueta-torpedo (lo digo no sólo por la carga de harina sino también por el tamaño) que no sabía cómo masticar (aquello se te hacía una bola intragable).

Los problemas que tienen algunas de las croquetas que comemos aquí o allá son variados: en muchos casos no se fríe bien la harina, lo que hace que la croqueta sepa a harina cruda; en otros, se piensa que la masa debe alcanzar la textura añadiendo harina y no es así, sino con la proporción justa de harina y leche, cociendo bien esa crema y sin dejar de remover. También sería necesario señalar que es más fácil hacer una buena croqueta si se las has visto hacer a alguien (que, por supuesto, las haga bien), algo que también está difícil.

Yo he tenido el privilegio de comer  buenas croquetas en casa porque mi madre las hace excelsas y fue ella quién me enseñó. Quizá fuera la primera receta que  mi madre me puso a hacer con ella paso a paso y fue la que me aleccionó para que la harina se tostase bien; para conseguir el punto justo; y para saber cuándo la masa está al punto.

Las que vamos a hacer hoy son las que mi madre suele hacer en casa y el caso es que nunca las he visto ni comido en otro sitio. Yo las he bautizado como “croquetas mar y tierra” (suena tan moderno) pero en realidad son de merluza o pescadilla y jamón serrano. La mezcla sorprende, pero las croquetas quedan deliciosas. Ya me contaréis.

Croquetas mar y tierra, detalle. CP.

Croquetas mar y tierra, detalle. CP.

 Ingredientes (para una buena fuente de croquetas)

120 gr de restos de merluza o pescadilla sin espinas cocida

120 gr de jamón serrano

½ cebolla

100 gr de harina

1 litro de leche

Aceite de oliva

Sal

 Pimienta blanca

Nuez Moscada

Pan rallado

Tres huevos

  1. Desmenuzamos la merluza y cortamos el jamón en taquitos pequeños.
  2. Ponemos aceite en una sartén amplia y añadimos la cebolla bien picada. El aceite debe cubrir el fondo de la sartén, no pongáis demasiada ni tampoco escatiméis ya que si no hay suficiente aceite la harina se hará grumos. Dejamos pochar la cebolla a fuego lento.
  3. Mientras hacemos esto, ponemos en un cazo la leche al fuego para que se caliente.
  4. Cuando la cebolla está transparente ponemos la harina y dejamos que se tueste sin dejar de dar vueltas. Esto es muy importante porque si no la tostamos, la harina sabrá a cruda y estropeará las croquetas. En esto tardaremos unos tres o cuatro minutos.
  5. Es el momento de añadir la leche, para ello retiramos la sartén del fuego, ya que ayudará a que no  se formen grumos. No ponemos toda la leche de golpe, sino que añadimos primero la  mitad, volvemos a poner en el fuego y sin dejar de dar vueltas, esperamos que la crema vaya ligando.
  6. Poco a poco vamos añadiendo más leche hasta que veamos que tiene la textura deseada. La cantidad de leche no es la puedo dar exacta ya que eso depende de muchos factores. Conseguiremos la textura cremosa sin dejar de dar vueltas en unos 15 minutos. Cuando creamos que casi está, añadimos los picadillos de jamón y merluza, la sal, la pimienta y la nuez moscada, ambas recién molidas. A mí me gusta  que la nuez moscada se note un levemente en el sabor de la croqueta. Debemos ir probando hasta conseguir el gusto deseado.
  7. Sabemos que están hechas cuando al dar vueltas parece que la crema se despega de la sartén, ese es el punto en el que las debemos retirar.
  8. Las ponemos en una fuente extendida y las dejamos enfriar. Es mejor hacer esta crema de un día para otro para que coja la consistencia deseada y poder formarlas con más comodidad.
  9. Ahora no nos queda más que ir cortando cuadraditos de masa, pasarlas por huevo batido y pan rallado, dándoles la forma, y freírlas en aceite bien caliente.
  10. Para que la fritura quede bien debemos recordar que el aceite esté muy caliente porque si al ir echando las croquetas se va enfriando, éstas podrían abrirse.

Ya sólo queda comerlas, pero ¡cuidado, que queman!

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