Estaréis pensando que dónde está el pollo al curry que os prometí en mi última entrada. Tenéis razón. Es que no sé lo que pasa pero el tiempo vuela y los días se me hacen cortos entre cocinar, fotografiar, contar y mis otras obligaciones que, a veces, parece que se multiplican.
Pero ya estoy aquí. El pollo al curry de hoy no es estrictamente el curry que conocemos, es decir, una mezcla de especias en polvo que compramos ya elaborada y molida. Éste es un plato especiado pero con unas especias que nosotros mismos elegiremos y trituraremos convenientemente. En realidad, curry significa originariamente “mezcla de especias” y cada cocinero hindú tiene su propia combinación. Lo que actualmente conocemos como curry es una creación anglo-india.
La India es un país tan extenso que no hay una cocina definida ya que varía mucho según las zonas. La diferencia es total entre el este y el resto de la India. En el este, los hindúes comen carne (excepto vaca, buey y cerdo) y pescado, mientras que en otras regiones son vegetarianos.
Aun así, aproximarse en casa a la cocina hindú es una experiencia culinaria muy gratificante. Mezclar y oler las especias mientras las vas machando o añadiendo a la olla resulta muy atractivo y los olores de los que se queda impregnada la cocina y las manos del cocinero tienen un toque oriental que hace que, ya solo eso, te alimente.
Yo, además, soy muy afortunada porque a mi familia les encanta cualquier plato especiado, los arroces pilaf, el curry, el jengibre, los cuscús de cordero, los tajines de pescado o carne, todo les viene bien y creo que es el tipo de cocina con el que más disfrutan.
Una cosa más, mejor dos…: no debemos tener miedo a la hora de añadir las especias, nos debe quedar un plato armonioso pero con un punto de fuerza; además el pollo debemos cocinarlo sin piel, para que las especias penetren en la carne y se aromatice completamente.
Ingredientes (4 personas)
4 pechugas de pollo enteras deshuesadas
Un trozo de raíz de jengibre
6 dientes de ajo
3 cebollas
1 guindilla
4 vainas de cardamomo
4 clavos
Canela en rama
150 ml de yogur natural
Vinagre de manzana
Azúcar
Sal
Aceite de oliva (se puede usar mantequilla)
- Rallamos el jengibre, dos cebollas y los ajos. La otra cebolla la cortamos en juliana.
- Ponemos un poco de aceite de oliva o mantequilla en una sartén y doramos la cebolla en juliana, la retiramos y reservamos.
- Añadimos los ingredientes que hemos rallado, machamos el cardamomo y la guindilla y los añadimos también; además ponemos los calvos, la canela, el yogur, una cucharada de vinagre, una cucharadita de azúcar y otra de sal. Incorporamos el pollo y dejamos cocer hasta que se evapore el líquido.
- Entonces, añadimos un vaso pequeño de agua, cuando empiece a hervir bajamos el fuego y dejamos cocer muy lento hasta que esté el pollo tierno (unos 40 minutos). En el momento de servir incorporamos la cebolla que teníamos reservada.
Este plato, con el arroz pilaf de la entrada anterior constituye una cocina muy completa. ¡Dejaos envolver por la magia de las especias!
Cocina Pasión
Me ha encantaaado, esta riquísimo!
Exceeelente receta!!!