Ayer comprendí por qué se come tan mal en la mayoría de los restaurantes a los que vamos habitualmente. El programa Top Chef, cuya emisión empezó anoche en Antena 3, me abrió los ojos: cocineros profesionales que no sabían salir del paso cuando les pidieron cocinar un arroz o que machete en mano machacaron, como si estuvieran descuartizando una vaca, a una pobre y delicada pintada.
Lo que más me sorprendió de este reality, muy parecido en cuanto a formato y objetivos al pasado Master Chef, es que los concursantes de aquél, aficionados a la cocina, supieron defenderse mucho mejor antes los chefs que los que ayer llegaron al concurso como profesionales.
Los aficionados estaban más preparados, sabían improvisar, le echaban más imaginación, conocían cómo tratar los alimentos y si no lo sabían, solían ser más prudentes en sus declaraciones. De hecho, creí que a Chicote le daba un “ataque” cuando una de las concursantes, cuyo currículo rezaba “segunda cocinera en un restaurante con una Estrella Michelin”, reconocía que no sabía cocinar un ave, o pedía ayuda porque no sabía cómo se abría una thermomix. Llegué a pensar que se les había colado una intrusa en la cocina y no la habían detectado a tiempo.
Y digo yo, ya me imagino que a lo mejor no han cocinado una pintada o una caballa en lo últimos tiempos, pero su formación de cocineros les habrá dado las enseñanzas suficientes para saber cómo se tratan los distintos tipos de alimentos y cuál es la mejor cocción para cada uno.
Yo creía que ser profesional de lo que sea, pero más de la cocina con la gran competencia que hay, las innovaciones continuas, la tradición de este país, era estar aprendiendo sin pausa, investigando lo que hacen otros, experimentando con nuevos alimentos o, por lo menos, sabiendo qué hacer con los que ya existen. Pues no vi nada de eso ayer.
Creí que iba a ser una batalla de altura y no pasó de ser una versión descafeinada de “pesadilla en la cocina”. Prefiero un aficionado con interés que viene a aprender que un profesional, que cree que ya aprendió todo lo que había que saber. Es triste decirlo.
Cocina Pasión